Muy buenos días, amigos de Cuisíname. Hoy vamos a cocinar una receta sana y sabrosa, muy típica de la gastronomía catalana. Hoy os mostraremos como elaborar unos exquisitos calçots con su sabrosa salsa.
Curiosidades gastronómicas... El calçot es una variedad de cebolla muy típica del interior de Cataluña. Es un plato muy tradicional en la gastronomía catalana, cuyo consumo suele ser a finales de invierno. Los calçots se comen con las manos, pelando las capas exteriores y untando el sabroso interior del calçot ya pelado en una rica salsa que también hoy os enseñaremos a preparar: la salvitxada (muy similar al romesco). Los calçots se suelen cocinar sobre las llamas de sarmientos o en su defecto, al horno.
Durante el cultivo del calçot y, conforme van creciendo los brotes de la cebolla, se suele amontonar tierra encima de ellos, dando como resultado unos blancos, largos y sabrosos tallos de unos 25 centímetros.
Y en cuanto al origen de tan exquisito manjar, una vez más nos enfrentamos a un discutido origen. La versión más extendida nos habla de un campesino de Valls (Tarragona) conocido como Xat de Benaiges. A finales del siglo XIX, Xat tuvo un descuido que a posteriori supondría un gran descubrimiento gastronómico: se le quemaron unas cebollas que estaba preparando a la brasa. Sin embargo, estas cebollas tan solo se habían quemado por la parte exterior, por lo que Xat decidió no deshacerse de ellas, bastaba con quitarles las capas quemadas y degustar el tierno y sabroso interior.
Sin embargo, recientemente se ha encontrado una pintura que podría poner en duda el origen catalán de los calçots. La pintura en cuestión ha sido encontrada en Szony (Hungría) y pertenece a la época del imperio romano. En dicha pintura podemos ver un hombre degustando lo que el arqueólogo László Borhy interpreta que es un "porrus capitatus", en otras palabras, un calçot. Os mostramos una imagen de la pintura romana, juzgad vosotros mismos.